Extractivismo minero en Chile. El Putaendo, hacia una zona de sacrificio

Con una pandemia atravesando la normalidad de la vida mundial, el Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental chileno (SEA) aprobó el Proyecto minero de la empresa “Andes Copper”, de orígen canadiense. El mismo se encuentra ubicado en plena zona de escasez hídrica, y pese a que hubo reclamos ciudadanos por su eventual instalación y operación, la población ha quedado por fuera de la decisión unánime del Comité Evaluador. Con el COVID-19 en el medio, Chile avanza hacia la desterritorialización latinoamericana. La pregunta que queda por hacer es: ¿Qué hacemos con el agua?, ¿qué hacemos con los ríos?, y ¿hacía donde vamos con estas políticas extractivistas? 

(*) Por Juan Patricio Méndez

La Declaración de Impacto Ambiental del proyecto “Sondajes Mineros de Prefactibilidad Las Tejas”, de la Compañía Minera Vizcachitas Holding (perteneciente al Grupo Andes Cooper), fue aprobada por el intendente de la región de Valparaíso, haciendo caso omiso a la persistente oposición de la comunidad organizada de la zona de Putaendo. El proyecto, ubicado en la provincia de San Felipe de Aconcagua, en la Región de Valparaíso, representa un gran conflicto ambiental y regional por la utilización del recurso hídrico, al mismo tiempo que implica una nueva instancia de conflicto geopolítico y ciudadano por el derecho al agua. En este sentido, vale la pena aclarar que, luego de la reforma constitucional de 1980, y a sabiendas de la gestión pinochetista durante la década del 70′ y 80′, el agua dejó de ser de los pueblos para pasar a estar en manos de capitales privados.

El proyecto tiene nombre, y vamos a citarlo: “Vizcachitas, de Los Andes Copper”. Su objetivo es ser “la próxima mina de cobre más importante de Chile” (según su página web), con una operación de 110,000 toneladas por día. Con más de 1,4 millones de toneladas métricas, la mina “Escondida”, también en territorio trasandino, ocupa el primer lugar en el ranking de mayores minas de cobre a nivel mundial. En este sentido el proyecto apunta a copar, de punta a punta, la producción del material. En Argentina, la principal fuente de Cobre fue el complejo Bajo de La Alumbrera, agotado en 2018, y como bien sabemos, con muchas luchas y conflictos en el centro de la escena. La gran contaminación producida, tanto acuífera como terrestre, es una representación del desastre natural que se materializa en este tipo de obras. Cuando la vida se centra en la economía de los privados y no en el interés público, las consecuencias son devastadoras para las poblaciones.

“El Proyecto “Vizcachitas, de Los Andes Copper” tiene como objetivo es ser “la próxima mina de cobre más importante de Chile”, con una operación de 110,000 toneladas por día”.

Pinochet, que se apropió del Poder Ejecutivo de forma ilegítima, llevó a cabo la privatización sistematizada del Estado. Dentro de dichas operaciones, el agua pasó a considerarse una mercancía, y por lo tanto, plausible de ser administrada, gerencializada y comercializada. Además, Chile es el único país que privatizó el uso del agua de forma total. Los derechos, su uso, aplicación y destino fueron entregados a perpetuidad y de forma gratuita a empresas que deciden por encima de la ciudadanía. El “ok” del gerente de la corporación propietaria se transforma en “ley”. He aquí un ejemplo más: la minera Biolantánidos es prodigio en esta problemática, ya que pretende utilizar 35.000 litros de agua por hora a los fines de llevar a cabo la explotación y extracción del material de la tierra. Este caudal podría abastecer, aproximadamente, a 5000 personas. ¡Que negocio!

Los Andes Cooper: dónde, cómo y cuánto.

Pero volvamos a Andes Copper. La mina (y obra) a cielo abierto se ubicará a 65 kilómetros de la ruta ferroviaria en San Felipe. Es pertinente mencionar que dicho tramo cuenta con una conexión directa al Puerto de Ventanas, y a dos fundiciones cercanas, ubicadas a 140 km y 90 km del depósito. En este sentido, lo que se fortalecerá es el cinturón minero del país, que se encuentra conformado por Los Pelambres de Antofagasta, Andina y Complejo “El Teniente”, en la región de Codelco; así como las minas Los Bronces de Anglo American. Para el Ministerio de Minería chileno, esta obra representará la columna vertebral del extractivismo neoliberal y la materialización de los ideales corporativos de las gubernamentalidades actuales y precedentes. 

Según la evaluación económica preliminar (PEA), Vizcachitas tendría una operación durante 45 años, con una inversión aproximada de US$25.000.000, y con un plazo de construcción de obras de 48 meses. Según el Ministerio de Minería de Chile, “los procesos más utilizados para la obtención de mineral de cobre son la flotación y lixiviación”, que permiten separar el cobre de los minerales que lo contienen. A su vez, el uso de uno u otro sistema depende de la procedencia del mineral. Si se trata de sulfurados primarios se usa la flotación, cuya base es el agua; y para el caso de oxidados y sulfurados secundarios se utiliza la lixiviación, la que se realiza mediante la utilización de ácido sulfúrico. 

“Esta obra representará la columna vertebral del extractivismo neoliberal y la materialización de los ideales corporativos de las gubernamentalidades actuales y precedentes”.

El rechazo presentado por la comunidad se concentra en que dicha minera pretende realizar hasta 350 sondajes en la Alta Cordillera, instalando 124 plataformas de perforación, lo cual implica graves alteraciones a los ecosistemas regionales, sumado a la afectación de las vertientes del Río Rocín (principal fuente hídrica de la zona), la biodiversidad (humedales), del Río Putaendo y la geografía de los glaciares de roca. En esta disputa está la pelea por los recursos hídricos. En el año 2015, el CEO de Andes Cooper Antony Amberg, informó que “ir adelante con el yacimiento requerirá 330 litros de agua por segundo, siempre y cuando la decisión sea llevar adelante el proyecto más pequeño, de unas 50 mil toneladas de cobre anuales”. Con esta magnitud acuífera, se podría abastecer a toda una población. Sin embargo, como el agua es privada, pesa más la decisión de un empresario que el voto popular y ciudadano. 

La utilización de agua para la explotación minera es moneda corriente en todo el mundo. Sin embargo, su uso (y abuso) pone en riesgo la existencia misma del recurso, más en una zona que se caracteriza por la aridez y las sequías. La desviación del curso acuífero, para fines explotacionistas y extractivistas, supone la legitimación de un sistema productivo que va más allá de los derechos de los ciudadanos y de los habitantes del planeta, o mejor dicho, como lo menciona el “Laudato Sí” del Papa Francisco, de la “Casa Común”. Es por que el proyecto “Andes Cooper” irrumpe con peligrosidad ante los ojos de los ciudadanía.

Si bien la compañía minera, así como su CEO, señalaron su intención no utilizar el caudal del Río Rocín en ninguna de las etapas productivas, la desconfianza crece al tener presente el desastre ambiental de Quintero – Puchuncaví (considerado el Chernobyl Chileno) que aún en plena pandemia, continúan emitiendo dióxido de Azufre en grandes cantidades. El fantasma de volverse una nueva zona de sacrificio, donde los intereses de los grandes grupos económicos se imponen sobre la comunidad y el medio ambiente, es latente y juega permanentemente en el horizonte de expectativas de la sociedad. La zona donde se aprobó desarrollar el proyecto minero fue declarada en el 2019 como “zona de emergencia agrícola”, a raíz de la escasez hídrica que afecta a varias comunas, principalmente a la de Putaendo y Petorca. Denunciado ampliamente por el Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (MODATIMA), la aprobación unánime del proyecto elude a la vida y se compromete con el interés privado.

El uso y abuso del agua para el proyecto minero pone en riesgo la existencia misma del recurso, más en una zona que se caracteriza por la aridez y las sequías.

“En Chile existe un modelo de despojo del agua que se encuentra prohijado desde el año 1981 desde la privatización de las fuentes del agua. Este modelo es único en el planeta y hoy día finalmente esta situación nos da cuenta de la necesidad de hacer el agua un bien común y su acceso un derecho humano, muy por el contrario donde acá en Chile se permite que se usurpe, lucre y que se comprometa la vida de las personas que hoy quedan privadas de agua”, declaró Rodrigo Mundaca, vocero de MODATIMA. A 4 meses de que Putaendo fuese declarada como zona de emergencia hídrica, los intereses de la empresa transnacional se han impuesto con el apoyo de la élite política.

Hoy, frente a un escenario pandémico, y que nos ha enseñado la importancia del entorno en todas nuestras intervenciones y prácticas, el escenario de extractivismo parece reproducirse. Es hora de que interpretemos a la naturaleza, y que escuchemos lo que tiene que decirnos. Antes de que sea más que tarde.

(*) Columnista de Abramos la Boca / Radio Gráfica.

Fuente: radiografica.org.ar