De convertirse en Presidente, el candidato de la ultraderecha no necesitaría legislar ni consultar a nadie para disminuir la distribución de anticonceptivos en los consultorios, sabotear la ley de aborto en tres causales o modificar el currículum escolar. El actual régimen presidencialista le entrega amplias atribuciones administrativas.
ía Adriazola, esposa del candidato republicano José Antonio Kast, relató hace unos años a la Revista Sábado de El Mercurio las consecuencias de su deseo de postergar la maternidad a través de anticonceptivos recetados por su médico. Así narró la reacción de su marido:
-“¿Estás loca? No se puede. ¿Cómo que no se puede?, si todas mis amigas lo hacen’, le respondí. Entonces partimos a preguntarle al curita del ‘martes de pololeo’ (un sacerdote que los ayudaba a mejorar su relación de pareja). Él nos mandó con un doctor que hablaba del método natural (…) Nadie me había dicho que estaban prohibidos los métodos anticonceptivos” (…) “si tú quieres postergar el nacimiento de un hijo, tienes que abstenerte. Lo encontré genial, para mí fue una novedad. Fue una luz”.
La señora Adriazola consintió libremente la presión de su pareja y se abstuvo de usar anticonceptivos. Prefirió ignorar el consejo de un médico y seguir la palabra de un cura. Su esposo también ejerció su libertad al convencerla de concebir nueve hijos y restringir su vida al cuidado de la familia, mientras él desarrollaba una carrera política exitosa que lo ha consagrado como favorito de la elección presidencial.
Su programa de Gobierno y sus convicciones ideológicas pretenden subyugar a todas sus compatriotas, propagando discursos de odio y retrocediendo décadas en políticas públicas con enfoque de género.
La opresión del líder ultraderechista a su esposa es un asunto privado, pero su programa de Gobierno y sus convicciones ideológicas pretenden subyugar a todas sus compatriotas, propagando discursos de odio y retrocediendo décadas en políticas públicas con enfoque de género.
Hace pocas semanas este candidato ultraderechista apoyaba activamente la elección de un diputado que dice que las mujeres tenemos la fantasía de ser violadas y los depredadores sexuales que atacan a mujeres feas merecen medallas. Kast sabía muy bien a quién apuntalaba hacia el Congreso; abundan testimonios audiovisuales sobre las frecuentes actividades sociales y políticas que ha compartido con Johannes Kaiser.
Escuchar a ese diputado electo en la víspera del Día Internacional para la erradicación de la violencia contra la mujer resultó especialmente doloroso, máxime cuando sabemos que en los últimos diez años se han producido más de 680 femicidios y durante la pandemia se ha multiplicado la violencia intrafamiliar.
El futuro diputado que renunció al Partido Republicano no es el único de esa flamante bancada que ha pronunciado o escrito aberraciones contra mujeres y, peor, sobre las niñas. Gonzalo De la Carrera tuvo que dar muchas explicaciones en 2015 cuando publicó un twitt comentando “hoy pasé por fuera del Liceo 1 y no se qué están comiendo estas niñitas. Tan desarrolladas a los 15 y uno no es de palo, deberían estar legalizadas jajajaj”.
Pero supongamos que el candidato nacionalista elimina de su programa todas las medidas contra las mujeres y concedámosle la oportunidad de arrepentirse de su apoyo a Kaiser y olvidar lo que escribió De la Carrera. Sería irrelevante, porque el problema es de convicciones profundas, como las que figuran en la declaración de principios del Partido Republicano: creemos en las “…virtudes morales que responden al orden natural de las cosas, y el cual nunca puede ser modificado ni por autoridad política alguna, ni por ninguna mayoría electoral o parlamentaria”. Ese orden natural es abiertamente antidemocrático pues le confiere la soberanía a Dios y se la priva al pueblo, perpetuando varios abusos autoritarios y “naturales” como la desigualdad y la violencia de género.
El ‘orden natural’ que guía al candidato ultraconservador es abiertamente antidemocrático, pues le confiere la soberanía a Dios y se la priva al pueblo, perpetuando varios abusos autoritarios y “naturales” como la desigualdad y la violencia de género.
Para los republicanos, el enfoque de género que propician los tratados y convenios internacionales para erradicar la discriminación y la violencia contra la mujer, es en realidad una “ideología” que promovería la “homosexualización” de la infancia y el asesinato de los “niños que están por nacer”. Entre los desafíos de su cruzada moral contra la “ideología de género” figura desconocer toda resolución de la Corte Internacional de Derechos Humanos en “asuntos relacionados a la vida, la familia y la libertad religiosa”, como indica la “Declaración de México” suscrita por Kast en 2017 junto a 670 parlamentarios de 18 países de América Latina.
Algunas mujeres sienten alivio porque el programa de este candidato “no está escrito en piedra” y el Congreso recién electo no le da mayoría a ninguna coalición para aprobar leyes controvertidas. Pero el régimen presidencialista le entrega al primer mandatario de Chile suficientes atribuciones administrativas como para dañar severamente la calidad de vida de las mujeres.
La Constitución que Kast espera conservar durante su eventual gobierno, usando todos los recursos del Estado para que fracase la Convención Constitucional y el plebiscito de salida, consagra un régimen híper presidencialista que otorga amplias atribuciones a la Primera Magistratura.
Por ejemplo, sin necesidad de clausurar el Ministerio de la Mujer, Kast tendría plenos poderes para reasignar el presupuesto y desfinanciar políticas públicas de protección y desarrollo de las chilenas.
De convertirse en Presidente, no necesitaría legislar ni consultar a nadie para disminuir la distribución de anticonceptivos en los consultorios. No requeriría derogar la ley de aborto en tres causales para presionar a los directores de los hospitales públicos -designados por el Ejecutivo- a fin de que agoten todos sus recursos obstétricos, haciendo imposible el cumplimiento de la ley .
Tampoco necesitaría la venia de otros poderes del Estado para modificar el currículum escolar incorporando contenidos sexistas.
Sin siquiera avisarle a su propia coalición, puede dejar sin protección a las víctimas de violencia machista e instruir a la policía a ignorar aún más las denuncias de delitos contra las mujeres, en aras de otras prioridades de seguridad pública.
Con la consigna “¡Cuidado! el machismo mata”, la Red Chilena contra la Violencia hacia la Mujer inició en 2006 sus campañas contra el femicidio y la violencia sexual. Llegó la hora de actualizar el slogan: “¡Cuidado! el machismo y el ultraderechismo matan”.
FUENTE: interferencia.cl